jueves, 20 de diciembre de 2007

Felicidades

El tito Luis nos envía desde Sevilla una felicitación navideña que podéis descargar en la página familiar:

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... Pues lo dicho: ¡felicidades!

martes, 11 de diciembre de 2007

El abuelo Massia

(Remitido por Irene Romero Massia)

Mi Abuelo nació en las Navas de la Concepción, provincia de Sevilla, en la casa número 35 de la calle que se llamaba entonces de López Domínguez, el día 4 de Octubre de 1921, festividad de San Francisco de Asís, cuando España estaba en guerra con Marruecos.
De allí pasó a vivir a una casa grande del pueblo, donde sus padres construyeron un negocio llamado Panadería moderna, que funcionaba mecánicamente con electricidad (algo muy inusual en aquella época).
Cuando cumplió los trece años de edad empezó a trabajar, y compaginaba el trabajo con la escuela; me cuenta que era muy aplicado y estudioso y que todos los días empezaba a trabajar a las seis de la mañana (aunque después dormía la siesta).
La corriente eléctrica que movía la panadería llegaba al pueblo por una línea de postes de madera que cruzaba todo el campo, desde Constantina a las Navas, por lo que los días de lluvia y viento, se averiaban algunos de éstos y se quedaba el pueblo sin luz, lo cual era motivo de no trabajar hasta que se arreglara la avería y representaba una gran alegría para ellos, por no tener que madrugar.
Cerca del pueblo cruzaba un arroyo muy abundante, y que es uno de los recuerdos inolvidables de mi abuelo, pues formaba una rivera llamada de Ciudadela, en la que había una profundidad que se conocía como la toma de la Periquita. Aquí acudía mi abuelo con muchos amigos a bañarse. Iban andando los tres kilómetros que separaban los baños del pueblo, y cuando llegaban se dedicaban a consumir la rica merienda que le había preparado mi bisabuela y a bañarse toda la tarde.
Sus padres se llamaban Eduardo y Aurora y habían tenido diez hijos (nueve varones y una hembra) y todos vivían reunidos en la casa de la panadería. Estos eran:
Enrique, Antonio, Ernesto, Ángel, Manolo (que es mi abuelo), José Luis, Julio, Herminia, Carlos y Eduardo, que murió cuando tenía sólo unos meses.
Cuando mi abuelo cumplió dieciocho años dejó el trabajo de la panadería al ser nombrado Secretario Local Sindical y estuvo en esta oficina hasta que se incorporó al Ejército en el año 1942. Cuando se licenció se colocó en Sevilla como administrativo en las oficinas de aviación.

Más adelante hizo las oposiciones en Madrid para funcionario, aprobó y ocupó un puesto en la base aérea de Tablada, presentándose a continuación a un concurso de méritos para ascender a funcionario del Cuerpo General Nacional, siendo condecorado con la Cruz del Mérito Aeronáutico.
Cuando estaba haciendo el Servicio Militar conoció a mi abuela, se casaron en la Iglesia de la O y tuvieron dos hijos: José Luis y María Jesús (mi madre).
Recién casados vivían en una casa de Triana en el barrio León, pasando después a habitar un piso en una urbanización cerca de la calle San Jacinto.
Al nacer mi hermana Belén se fueron a vivir al “Plantinar” con mis padres, donde, poco después nació mi hermana Elisa.
A mi madre la trasladaron a Medina Sidonia y allí vivían mi abuelo, mis hermanas y ella, dejando a mi padre en Sevilla. Estuvieron en ese pueblo dos años, donde iban a visitarlos con frecuencia mis tíos José Luis y Maribel (que vivían en Cádiz) con sus hijos Alejandro y Laura, (de la misma edad que mis hermanas).
En 1990 se trasladaron todos, al pueblo de Gines, donde nací yo en 1995.
Nosotros continuamos aquí donde vivimos muy a gusto y felices.
Y esta es la historia de mi abuelo, el mejor, que siempre me ayuda preparándome la comida, colaborando en la casa, contándome historias y, por supuesto, nos alegra con su ánimo y simpatía.
Voy a citar a continuación tres anécdotas que me cuenta mi abuelo de cuando él era niño:
Los padres de mi abuelo vendieron la casa donde tenían instalada la panadería y compraron una casa grande en las Navas. Un día iba mi abuelo por las calles del pueblo y salió una anciana preguntándole que a dónde iba por allí; él le dijo que iba a su casa y la mujer le contesto que él ya no vivía allí, y lo cogió de la mano llevándole hasta la casa nueva que habitaban entonces sus padres.
En otra ocasión se reunió al salir de la escuela con sus compañeros y se pusieron a jugar a las bolas, así se le pasó tiempo de la hora de la comida; llegó a su casa y sus hermanos ya habían almorzado, teniendo que volver al colegio. Entonces su padre lo castigó a volver a clase sin comer lo cual le dio mucha pena y se puso a llorar, pero sus hermanos, sin que los viera su padre cogieron cada uno un poquito de comida, que él consumió en recreo.
A mi abuelo siempre se le ha dado muy bien la redacción y la ortografía, pero muy mal las matemáticas y tenía un amigo al que se le daban muy bien las matemáticas y fatal la ortografía, y sin que los viera el maestro se cambiaban los papeles y así los resolvían, quedando muy bien a los ojos de éste.
Agradezco a mi abuelo su ayuda para poder redactar este informe, por estar todos los días conmigo y por ser tan buen abuelo.
Irene Romero Massia; Gines, 6 de Diciembre de 2007