Hace algunos meses mi hermano José Antonio (Pepe, tío Pepe o Zarco, según para quien) pasó por la dura experiencia de varias intervenciones quirúrgicas que sólo una fortaleza física y moral como la suya podía superar, siempre acompañado y reconfortado por sus familiares más próximos y aleccionado por la entereza de Manoli, su mujer.
Pasado ya el amargo trago, se recupera felizmente en su casa de Mairena del Alcor, lugar de encuentro de sus hijos y nietos.
El jueves 17 de septiembre tuve ocasión de visitarlo en compañía de mi hija Irene, mi hermana Llille, su marido Luis y su hijo Carlos.
Después de un tránsito por numerosas rotondas y variantes llegamos sin titubeos a su casa --al parecer hemos sido los primeros que no se pierden el primer día--, una hermosa finquita rotulada con un nombre muy adecuado para las recientes vicisitudes de sus moradores: “La Yedra”:
Porche de "La Yedra" (Mairena del Alcor)
La hiedra (o yedra) es bejuco tenaz y siempre verde, que se agarra a la piedra como ha de aferrarse uno a la vida: con fiereza, casi con rabia... rebrotando con insistencia entre los escombros de nuestras adversidades, elevando hacia la luz su intenso color de esperanza.
Nos recibió calurosamente un tío Pepe más tieso que un ajo, algo más delgado que antes pero fuerte y con buen color --qué bien lo cuidas Manoli--. Después de una deliciosa “cena fría” --¡qué contraste con el calor de los anfitriones!--, brindis, besos y buenos deseos para todos, y de forma muy especial para Pepe, próximo a cumplir los 70 años.
Abajo os envío el enlace para ver algunas fotos.
Desde estas páginas virtuales, pero con auténtico cariño, le envío a mi hermano Pepe el abrazo fuerte de la yedra, y le deseo la tenaz vitalidad de la yedra, su eterna vocación de rebrotar y la esperanza de su verde profundo, proclamando:
Tío Pepe: homo a capite ad calcem