Aunque es ley de vida, no por eso dejamos de lamentar tu sensible pérdida.
Primero fueron los abuelos, Matilde, Manolo, ahora mis hijos pierden a una de sus titas. Pero no solo es la primera, con ella se van muchos recuerdos, aunque perviven en nuestro corazón. Recordamos con cariño, cuando con los niños íbamos al “campo de Anita”, al Almendral, y allí como una paciente Blancanieves arropaba y protegía a los “7 enanitos”, tus 4 hijos y los 3 míos.
Ese sabor de un tomatito con pimienta, esas charlas apacibles mientras los niños chapoteban en el pilón. Eran los tiempos del 600, del Furia del abuelo, de la sillita de Matilde.
Querida Anita, en la pradera celestial donde descansamos de este mundo, yo sé que seguirás velando por nosotros, por Manolo, por tus hijos y nietos, por eso, que el señor te bendiga, te guarde con cariño en nuestros recuerdos, ilumine tu rostro con su gloria y te conceda su paz, esa paz espiritual que tanto deseamos y tú te mereces.
Querida Anita, un abrazo.
Quique.
Tempus fugit
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