Queridos familiares:
No os asustéis por el título de esta entrada del blog. Nuestra querida Virginia nunca perteneció a las Schutzstaffel (abreviatura: SS) escuadrones de protección, élite político-militar de la Alemania nazi que el cine ha consagrado como paradigma de la maldad uniformada.
Pero en la España franquista, por el decreto 378 de 7 de octubre de 1937, se encargó a la Sección Femenina (rama femenina de la Falange) la organización y control del Servicio Social Femenino (SS) una especie de "mili" para las mujeres entre 17 y 35 años.
Desde su creación en 1934, hasta su disolución en 1977, la Sección Femenina estuvo dirigida por Pilar Primo de Ribera, hermana de José Antonio, el fundador de la Falange. El principio fundacional del Servicio Social declaraba abiertamente la sumisión de la mujer al varón, y su papel importante, pero secundario en la sociedad, mediante el aprendizaje y la práctica de las tareas "propias de su sexo".
Y no me lo estoy inventando, no es exageración. Estas son palabras de Pilar en un Consejo Nacional de 1941: "Las Secciones Femeninas respecto a sus jefes tienen que tener una actitud de obediencia y subordinación absoluta. Como es siempre el papel de la mujer en la vida, de sumisión al hombre" (Sección Femenina, artículo de la Wikipedia). ¡Toma castaña!
Pues bien, nuestra hermana Virginia hizo su Servicio Social entre octubre y marzo de 1971. No era obligatorio de una forma absoluta, pero sí era imprescindible para ocupar algún cargo o empleo en la administración.
Esta es la transcripción del relato de Virginia al respecto:
Queridos nietos Sofía, Diego y Ariel:
Os voy a contar que cuando yo tenía 18 años hice el Servicio Social.
El Servicio Social era algo que había que hacer, creo que voluntariamente, y mi madre se puso muy contenta porque nunca había hecho algo así.
Siempre me iba de campamento, de espeleología con mi hermano y Miguel y a pasármelo bien.
Tenía 3 meses de teórica, donde dábamos Cultura General, bordado, cocina, Religión obligatoria… Pero bueno, era muy agradable, porque venía un misionero muy jovencito y atractivo que se llevó a casi todas las alumnas a las misiones [risas].
Bueno, entonces lo pasamos muy bien mi amiga Reme y yo. Y después había que hacer 3 meses de prácticas. Nosotras elegimos (o nos tocó, no sé) Puericultura, en la Escuela de Puericultura de la Calle Oriente [1].
Íbamos vestidas de enfermera, yo con mis dos trenzas y la toca blanca. ¡Oh! Parecía una muñeca. Y mi amiga igual; era muy alta y yo menudita. Y allí, nos pusieron a bañar a los niños que ingresaban, a explicarle a las madres dónde los tenían que poner, a tomarles la temperatura, a darle aerosoles, a echarle gotitas. En fin, lo que decía la doctora.
Lo pasábamos divinamente. Fue una experiencia maravillosa y nos sentíamos muy importantes. A mi madre le encantaba verme marchar desde la ventana y cuando llegaba el autobús… [voz quebrada] En fin, es que me emociono. Bueno, eso es normal.
Y tuvimos que ir a los colegios a vacunar. Iba el practicante, el médico y nosotras. Nosotras estábamos encargadas de los terrones de azúcar, con las gotitas previamente echadas por los médicos para después del pinchazo. Todos los niños querían con nosotras, para que les diéramos el azuquita [2]. Y lo pasábamos divinamente. Fue una experiencia estupenda.
Después de 3 meses, un médico amigo de mi hermano Quique me contrató en la consulta que abrió en Los Remedios de varios médicos. Y yo dije que sí. Tenía que abrir la puerta, recibir a los pacientes, buscar su archivo, y yo me sentía muy importante. Era por la tarde, después de ayudarle a mi madre [3].
Pero por aquella época, ya conocía a Miguel, que era mi novio. Y cuando él se enteró me dijo que no, que no quería que yo trabajara. Mi padre era de la misma opinión, porque eso de trabajar en esa época… Bueno, en fin, lo que pasa… Y yo hacía lo que quería Miguel, por supuesto [4].
Ya después, con los años, pues me independicé un poquito. Pero la forma de viajar, de pasar las vacaciones y dónde ir y lo qué hacer dejaba que lo dirigiera él, que lo hacía mucho mejor que yo. Pero cuando ya tuve edad suficiente para trabajar, pues me coloqué. Él me dejó y lo pasé muy bien [5].
Sine pecunia
Notas:
[1] Actualmente calle Luis Montoto. Era la Escuela de Puericultura de la Diputación de Sevilla, rebautizada en 1969 como Instituto de Puericultura Juan Luis Morales (famoso pediatra nacido en Marchena). Ya no existe y el edificio, muy reformado, es hoy Delegación Territorial de la Consejería de Salud y Familia de la Junta de Andalucía.
[2] La vacuna del terrón de azúcar era contra la poliomielitis. Es la conocida como vacuna Sabin (descubierta en 1960 por Albert Sabin). Actualmente algunos expertos recomiendan sustituirla por la vacuna Salk, que fue la primera y que es inyectable. Ambas se utilizan en la actualidad.
[3] Virginia siempre a supeditado su actividad personal a las necesidades de los demás, desde pequeña. Genio y figura...
[4] Ha pasado más de medio siglo. Hoy día, esa actitud tan sumisa nos parece una aberración. Eran otros tiempos. El machismo y el paternalismo eran la norma y el carácter de Virginia siempre fue propicio para situarse en segundo plano, con el espíritu de servicio que se enseñaba a los niños (y sobre todo a las niñas) en aquella época.
[5] Trabajó primero en una empresa de limpieza llamada Ramel y luego directamente en bancos y cajas de ahorro, también haciendo la limpieza. Tuvo muchas oportunidades para mejorar su empleo, porque su trabajo y su carácter eran muy apreciados, pero eso suponía aumentar el número de horas de trabajo y ella no quería desatender a su familia (véase lo dicho en nota nº 3).
P. D.: el color de la letra del relato de Virginia no es casual.
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