domingo, 6 de agosto de 2023

Aventuras de Pedro

    Continuamos con la segunda entrega de los recuerdos infantiles de Pedro.

Mis aventuras de cazador con Pepe o Pepote como le llamaban.-

    Desde que vivíamos en Jesús del Gran Poder (Sevilla), mis hermanos mayores (sobretodo Quique), me llevaban a un puesto de la Alameda de Hércules para comprar estampas sobre "El libro de la Selva" [1] y todo lo concernientes a los animales.

Portada de uno de los álbumes de animales de los años 50.

    Siempre decía, que de mayor quería ser "cazador de fieras vivas".

    Pues bien mis primeras experiencias fueron con Pepe, que me llevaba de cacería con su escopeta de plomillos del 4,5 mm en Valencina. 

    Lo mejor era que la mayoría de la caza, me la comía yo.

    Un día fue espectacular, le tiró a una abubilla [2] posada en el suelo, el sonido a madera, nos hizo comprender que le había dado (era un buen tirador), la abubilla levantó el vuelo, se elevó y segundos después cayó en vertical.

    A pesar de las costumbres populares de no comerlas, por el tipo de su alimentación, me supo riquísima.

Abubilla (Upupa epops). Imagen de la Wikipedia.

    Años después, tras mucho tiempo de caza con tirachinas en El Tardón, heredaría la escopeta de Pepe y tuve por allí grandes experiencias.

    Un inciso tendría que hacer, pues cuando iba con frecuencia a Cáceres un día le pregunté a Quique qué fue de aquel mi primer álbum. Entonces Quique (nuestro querido Urraca [3]), me lo enseñó en estupendas condiciones. Allí estará y esa fue mi primera ilusión en relación con la Naturaleza y el mundo de la Biología: eso "cazador de fieras vivas" (Biólogo) [4].

Trahit sua quemque voluptas 

Notas:

[1] La versión más conocida de ese álbum se basaba en la película del mismo nombre de Walt Disney, ya al final de los años 60, pues la película es de 1967. Como Pedro tendría al menos 22 años, no puede ser ese el álbum al que se refiere Pedro, por eso he buscado un álbum de los años 50 con nombre parecido para ilustrar este relato.

[2] Upupa epops es el nombre científico de esta bella especie insectívora. El nombre genérico es una onomatopeya de su canto característico: "up-up-up". Tiene fama de apestosa porque las hembras se embadurnan el plumaje, así como a los huevos que incuba con una sustancia maloliente de su glándula uropigial, posiblemente para evitar parásitos. Se ha demostrado que esta sustancia favorece la eclosión de los huevos. No está en peligro de extinción, pero es un animal muy beneficioso para el control de plagas, como la procesionaria del pino y otras.

[3] Mis hermanos mayores le pusieron a Quique algunos motes de origen ornitológico. Uno de ellos fue Urraca, ave que tiene la fama de guardar todo tipo de objetos en su nido, ya que Quique lo coleccionaba todo, desde envueltas de caramelos hasta cajas de cerillas ¡y cromos, muchos cromos! Otro apodo fue Mirlo, por su inteligencia y viveza. A veces se decía de él que era un mirlo blanco (una rara avis) por sus dotes intelectuales. 

[4] Cuado Pedro pasó por el Instituto San Isidoro creció en él la vocación por el estudio de la Naturaleza pero, de forma especial, por la Geología. Lamentablemente, mis padres no podían costearle los estudios en la Universidad de Granada, único sitio de Andalucía que ofrecía entonces estos estudios. Tuvo que conformarse con estudiar Biología en Sevilla. Pero en los planes de estudio de la época la Geología también era asignatura obligatoria y Pedro cultivó siempre ambas especialidades con entusiasmo, ya fuera como Catedrático de Ciencias Naturales, como espeleólogo o como preparador de opositores.

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