martes, 1 de agosto de 2023

El gran verano de Lola

Hoy toca una historia narrada por mi hermana Lola. Abajo tenéis el enlace al audio y a continuación la transcripción.

 “Hola, buenos días, Sofía, Diego y Ariel [1]:

    Os quiero contar una historia de cuando yo era pequeña.


    Un verano, la tita Nela tenía un novio en un pueblecito de Huelva [2] y se llevó a mi hermana Virginia y a mi hermana Llille de vacaciones con ella. 


    Yo me quedé sola en casa con mis padres y, en lugar de estar triste por estar allí sola —yo no había querido ir—, pues me alegré mucho de disfrutar de mis padres para mí sola.


    Yo hacía los mandados, con 8 años o 9 [3] e iba a la plaza, compraba en el mercado y llevaba las cuentas muy bien y mis padres estaban muy contentos conmigo y, sobre todo, mi madre me llevó al centro con ella, me compró un bolso muy parecido al suyo y fueron unas vacaciones inolvidables.


    Cuando volvieron mis hermanas me alegré mucho.


A la izquierda Lola (formalita ella), a la derecha Llille, con su sonrisa picarona


   Me pasó una cosa mala en ese verano. Y es que corriendo con mis amigas jugando al escondite me caí y me hice una herida en la frente. Mi padre se asustó mucho al verme. Pero, gracias a Dios, no fue nada más que un corte en la frente. Me dieron unos puntos y me curé. Y ese verano para mí fue inolvidable, porque mi madre me acompañó a todos sitios y lo pasé muy divertido con ella para mí sola”.


    Hasta aquí, la historia de un verano inolvidable. Ahora me toca a mí hacer una reflexión.


    Los niños de ahora pensarán que unas “vacaciones inolvidables” deberían incluir al menos un viaje a Disneylandia o algo así… Eran otros tiempos y nuestra educación, así como la situación económica, nos hacían valorar las cosas sencillas y verdaderas de la vida: un paseo para disfrutar de tu madre para ti sola, siempre atareada y rodeada de niños ella; la admiración de tus padres por hacer bien las tareas domésticas; jugar con los amigos en la calle hasta el anochecer. Incluso una pequeña cicatriz que te recuerda que has sido feliz sintiéndote especial, querida e importante en tu familia.


    No teníamos videoconsolas, ni juguetes a pila, ni tele, ni móviles —solo había un cacharro pegado a la pared con una rueda numerada y no lo podíamos usar—, pero teníamos amigos, charcos que pisar y padres adorables. ¿Qué más necesita un niño para ser feliz?


Enlace al audio de Lola


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Notas:

1.-Estos son los nietos de Virginia, a los cuales va dirigida esta historia.

2.-El pueblo era San Juan del Puerto y al novio lo llamábamos entre nosotros “El Menchu”, porque a Nela le llamaba “Menchu”. Fue un mote de rebote.

3.-Sería el verano de 1966 o de 1967.

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