martes, 8 de agosto de 2023

Virginia en el cole

 Querida familia:

    Hoy comienzo una serie de relatos en los cuales mi hermana Virginia recuerda a sus nietos historias de su infancia. Al final de la transcripción tenéis el enlace al audio.

    Mis recuerdos escolares son poquitos, pero buenos.

    El primero, en El Tardón, en una miguilla [1] a la que había que llevarse la silla. Era en la Avenida de Coria y me lo pasaba muy bien. Íbamos cargadas todas las chiquillas y allí jugábamos y volvíamos con nuestras sillas. Eso es lo que recuerdo.

    Pero, del colegio San Jacinto [2], al que fui con mi hermana Nela no sé cuánto tiempo, tengo una anécdota muy bonita que siempre recordaré. 

Fachada del CEIP San Jacinto en Triana (Sevilla).

    Mi profesora era Doña Manuela y en la clase, el primer día que empecé yo vi muy sucio el suelo y a la hora del recreo le pregunté si lo podía barrer. Me dijo que no, que me tenía que ir a jugar. Y con dolor de mi corazón, dejé el suelo como estaba y me fui a jugar. Después, a la hora de comer, me dijo que había faltado una alumna al comedor, que si quería ir yo. Fui corriendo a la clase de mi hermana y le dije que me iba a quedar a comer y ella avisó a mi madre. Yo me quedé allí, comí divinamente y a la hora del postre, me dieron un membrillo redondo con mucha azúcar. Una carne membrillo de una forma que nunca había visto yo. Me la guardé en el bolsillo del babi y una cocinera me dijo:

    —¿Por qué no te la comes?

    —Es que la voy a compartir con mis hermanos —le dije yo.

    Y entonces ella cogió un puñado y me lo dio. Me remangué el babi y fui corriendo con los membrillos dentro hasta casa. Cuando llegué allí los solté en la mesa y nos pusimos todos muy contentos.

    Ese recuerdo lo conservaré siempre.

Enlace al audio original

Memoria praeteritorum bonorum

Notas:

[1] Las migas eran pseudoescuelas infantiles privadas para párvulos o niños de poca edad. Estaban regentadas por una persona responsable y de confianza, de ahí el nombre de escuela de amiga, miga o miguilla, normalmente mujeres con alguna instrucción o incluso maestras que atendían y preparaban en las primeras letras a los niños que no habían alcanzado aún la edad propia de la escolaridad, años después obligatoria; o en enseñanza no oficial preparaban para al examen de ingreso al bachillerato elemental. Estas escuelitas coexistían con las escuelas oficiales. La miga o escuela de amiga constituyó un fenómeno educativo generalizado en los barrios y ambientes menos favorecidos de Sevilla y Andalucía y otras muchas zonas de la geografía española. Cfr. R. Clara Revuelta Guerrero y Rufino Cano González, Las escuelas de amiga: espacios femeninos de trabajo y educación de párvulos y de niñas, pp. 181-182.

[2] Actualmente CEIP San Jacinto, situado en la calle Pagés del Corro, junto a la iglesia del mismo nombre.

1 comentario:

Tío Carlos dijo...

Esta narración pone de manifiesto algunas de las virtudes de nuestra hermana Virginia. Por ejemplo su espíritu de servicio, siempre dispuesta a mejorar lo mejorable, como barrer el suelo de la clase antes de irse a jugar. Su generosidad al guardar un dulce para compartirlo con sus hermanos, en lugar de comérselo ella sola.
La moraleja que Virginia transmite a sus nietos (y de paso a todos nosotros) es que la bondad siempre tiene su recompensa cuando es apreciada y premiada por otra persona también bondadosa. La generosidad es contagiosa. Yo no recuerdo haber comido ningún dulce de membrillo redondo, pero, por lo visto, ¡haberlos haylos! (o los hubo).