domingo, 27 de agosto de 2023

No hay dos sin tres

 Querida familia:

    Continúo con esta miniserie dedicada a mis campamentos veraniegos y, como insinúo en el título, os cuento hoy el tercero.

    En esta ocasión, la aventura fue compartida con mi hermana Virginia [1], pues fue uno de los primeros campamentos mixtos organizados por la Delegación de la Juventud, ya sin relación alguna con la OJE, salvo que las instalaciones utilizadas eran compartidas también con esa organización.

    Debió ser en el verano de 1969, pues recuerdo que tenía yo 15 años y Virginia debía tener 17. El lugar fue el campamento Pedro Alonso Niño, situado por entonces al este de Mazagón, en un pinar muy cerca de la playa. Actualmente está dentro del núcleo urbano y transformado en un conjunto turístico de bungalós.

Portada del campamento Pedro Alonso Niño, en Mazagón.

    De Sevilla íbamos Virginia y yo, además de un grupito de chicas de un colegio de monjas, algo mayores que yo y que me enseñaron a fumar y a beber güisqui. Una formación bastante diferente y complementaria a la recibida anteriormente. Yo no había conocido antes a unas chicas tan "sueltas". Cantaban y bailaban sevillanas con mucho arte.

    Compartíamos campamento también con un equipo entero de baloncesto de Cumbres Mayores, un pueblecito de la sierra de Huelva. Eran mayores que nosotros y un grupo muy simpático. Siempre contando chistes o cantando las charangas del carnaval de su pueblo. Con ellos aprendimos deportes de grupo: baloncesto, fútbol de playa y vóley playa. Eran altos, fuertes, y con una guasa muy natural.

    Otro grupo de chicos y chicas muy simpáticos eran los miembros juveniles de una falla de Valencia. Unos artistas en la música y la decoración. Colaboramos con ellos Virginia y yo en hacer una verdadera falla, con trastos viejos y papeles de colores. Fue todo un espectáculo. Allí escuché por primera vez el himno de Valencia cantado en valenciano. Muy emocionante.

    El contraste entre esos grupos fue todo un descubrimiento para nosotros: ¡había vida en el planeta España de los sesenta!

    Había un kiosco-bar y entre cigarrillos Winston (comprados sueltos, claro) y güisquis, o mejor dicho, medios güisquis, que eran más baratos, me gasté mi parte de nuestra asignación a mitad del campamento. Creo que mi padre nos envió un giro de cien pesetas.

    Mi adicción al tabaco me duró unos diez años. El güisqui aún lo bebo, y cada vez que oigo el tintineo de los cubitos de hielo me acuerdo de aquellas chicas.

    Hubo también al menos una extranjera, que yo recuerde. Una holandesa de piel lechosa y cara de queso, que fue mi pareja de baile en la fiesta de disfraces. Yo de moro, que era fácil; ella de algo parecido a la estatua de la Libertad. Le pregunté si estaba mejor con el turbante tapándome la boca o no. 

    —Mejor así —me dijo mientras me tapaba toda la cara (yo sufría un acné muy severo), la muy petarda. Estuvimos intercambiando postales por un tiempo, más que nada por cortesía.

Despedida de los canarios que asistieron al campamento. Virginia está besando a una chica, a la izquierda, yo de pie en el centro.

    Creo que ese campamento fue para nosotros como un mini anticipo de la España de la transición que vendría después: integración de la mujer, ambiente democrático, deporte al alcance de todos, otras lenguas españolas y una representación de Europa. ¿Qué más se puede pedir para el al año 1969? 

Beati hispani, quibus bibere vivere est

Nota:

[1] Es posible que Virginia recuerde más cosas que yo o me corrija en alguna. Si es necesario añadiré algún comentario de su parte.

P.D.: Enlaces a dos audios enviados por Virginia con su versión del campamento

Audio nº 1

Audio nº 2

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