miércoles, 2 de agosto de 2023

Pedro en Valencina

    Hoy le toca a mi hermano Pedro rememorar su estancia en Valencina de la Concepción, siguiendo con el tema que inició Julio hace unos días. En esta ocasión no tenemos audio, solo el texto compartido por wasap.

Memorias de Valencina.-

    Cuando llegué a Valencina, tras el nacimiento y bautismo de Carlos, tenía 9 años.


    El traslado se hizo en un camión de carga tipo Ebro o similar. Mis hermanos mayores me contaron la "odisea", por esas calles estrechas.


    Lo primero fue un disgusto por la pérdida de una planta (petunia o similar), que había plantado desde su semilla. Me dijeron que se la había comido un cochino —al parecer se habría aplastado con tantos enseres.


    Tras el disgusto, me encantó aquello, aunque no sería confortable. Una cuadra de menos de 30 metros cuadrados para nueve o diez personas.


    Mis hermanos me dijeron que al entrar el cemento, recién echado aún, no había fraguado y creo que había señales de pisadas.


    La cercanía del campo, el burro, los caballos y un perrito canela, en un chamizo cercano, y entre los dos establos, un estercolero para las necesidades.


    Aún así, todo se veía en positivo. Me había encantado.


De izquierda a derecha: Virginia, Mary Carmen ("la de El Puerto"), Nela, Ramón (alias Moncete), Fernando ("Nani"), Pedro (9 o 10 años, creo), Julio y Quique. Seguramente durante una estancia veraniega en El Puerto. Creo que Julio va vestido de "flecha".


    Una anécdota de mamá, la recuerdo aún:


    —Estos niños de por aquí, sobre un montón de estiércol, con la cara de buen color y tomándose una tostada de manteca colorá. Ojalá mis hijos estén pronto así.


    Años después, nos decía que fueron los años de menos enfermedades para nosotros. Por la noche, todos juntos, salvo los padres, en una cama o similar y una cortina dividía ambas zonas.


    De los dos años que pasamos allí, tengo que contar varias aventuras y anécdotas. También los varios años después que me iba con la Sra. Reyes.


    Un abrazo a todos [continuará...]


Beatus ille...

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