sábado, 26 de agosto de 2023

Vale quien sirve

Querida familia:

    Continuando con relatos de mi cosecha, os traigo hoy una reseña de mi segundo campamento. 

    Siendo ya un mozalbete con incipiente bigote (calculo que tendría 11 o 12 años), me alisté, siguiendo el ejemplo de mis hermanos mayores, en la Organización Juvenil Española (OJE), heredera directa del Frente de Juventudes de la Falange [1].

    El ideario de la OJE y todos sus símbolos estaban impregnados por los principios del Movimiento (partido único del período franquista) y por la religión católica. Para un niño criado en una familia "de orden" (como se decía entonces) era la única posibilidad de socializarse (término por entonces inexistente), realizar actividades al aire libre y asistir a campamentos de verano.

    El título de este relato, vale quien sirve, es el lema de la OJE y resume muy bien los valores que nos enseñaban los mayores (los "mandos"): el individuo solo es válido si está al servicio de la colectividad. A la par que a las chicas se las educaba en la sumisión al varón, y las virtudes "propias de su sexo", a los chicos se nos educaba en la servidumbre al Estado y en los valores heroicos.

    Tanto el uniforme, como la instrucción que recibíamos era de tipo premilitar, con gimnasia sueca, formación cerrada ("prietas las filas") y desfiles marciales. Eso sí, el único armamento era un machete de pequeño tamaño con el que jugábamos a lanzarlo contra los pinos al más puro estilo comanche.

Uniforme de "flecha" de la OJE. Otras versiones tenían pantalón azul. Sobre el bolsillo izquierdo el cisne bicéfalo del Frente de Juventudes y primer emblema de la OJE. Sobre el derecho y en la hebilla del cinturón, la cruz potenzada y el león rampante dorado del emblema moderno.

    Y de esta guisa me llevaron al campamento Batalla del Salado, en los pinares aledaños al Puerto de Santa María (Cádiz). Al mismo asistían también mi hermano Pedro y algunos de sus compañeros, a título de mandos instructores.

    El campamento consistía, básicamente, en unas alineaciones de tiendas de campaña de lona sobre una tarima de madera y con faldones enrollables que aliviaban el calor estival.

Los mandos distribuyendo a las escuadras entre las tiendas de un campamento. En cada tienda dormía una escuadra de 5 o 6 "flechas".

    Cada mañana, tras el toque de diana, nos aseábamos y ordenábamos la tienda. Luego formábamos en línea delante, en posición de descanso para pasar revista. El mando encargado nos preguntaba por la consigna del día, que se había indicado el día anterior. No solo había que sabérsela, sino también explicarla adecuadamente. Por ejemplo: "la Polar es lo que importa", etc. Un adoctrinamiento en espíritu "nacional", fe católica, lealtad, etc. Luego tocaba izar bandera con todas las escuadras en formación.

    Asistíamos a cursos de formación en "aire libre", "pontonero" o "proel", cada uno con sus instructores (Pedro me dio el de pontonero) y con sus habilidades propias, como hacer nudos, montar tirolinas, etc. Era muy divertido. También había tiro con arco, un deporte muy castrense.

    Los domingos por la mañana desfilábamos con banda de tambores por las calles de El Puerto y la gente se agolpaba en las calles para vernos pasar y aplaudirnos.

    —¡Los flechas, que vienen los flechas!

Banda de tambores y cornetas de la OJE desfilando por las calles de Leganés (Madrid), en los años 60. 

    Nosotros, muy orgullosos, con "la mirada clara y lejos y la frente levantada".

    Toda la parafernalia premilitar y el adoctrinamiento creo los olvidé pronto [2], pero sí recuerdo con detalles mi primera y verdadera lección práctica de política.

    En una ocasión, el compañero de escuadra más flojo y despistado, se quedó dormido y se presentó tarde en la formación, corriendo descalzo, despeinado y sin la boina. 

    —Horror —pensamos los demás—, le va a caer "un puro" y a la escuadra una mala nota.

    Pues resulta que no. Y además, al día siguiente, se le nombró en la asamblea como ejemplo del "cumplimiento del deber", por acudir, aunque fuera descalzo y descubierto, al izado de la bandera. ¡Tócate los aguacates! El muy gamberro fue distinguido al día siguiente con el encargo de izar la bandera, máximo honor al que podíamos aspirar y que yo, que me comportaba de forma ejemplar, nunca conseguí.

    No recuerdo su nombre, pero seguro que prosperó en los tiempos turbulentos de la Transición democrática. Me lo imagino de alcalde de un partido progresista.

    Así aprendí, que en la vida, por encima de tus méritos objetivos, pueden llegar a importar más en ocasiones las apariencias y el postureo.

    Vale quien sirve... O no.

On ego rem, on ego hominem

Nota:

[1] Las juventudes de Falange se fueron adaptando a los nuevos tiempos a partir de 1960. En ese año se fundó la OJE, heredera del Frente de Juventudes y dependiente de la Secretaría General del Movimiento. Esta secretaría se disolvió en 1977 y al año siguiente, en 1978, se inscribió la OJE como asociación independiente centrada en la educación no formal. 

[2] Nadie es inmune a las experiencias de su infancia y primera juventud. Pero yo creo que asimilé algunos valores positivos, como el sentido del deber, la lealtad a los amigos, la valoración del trabajo bien hecho y poco más. Ah, y se me olvidaba: el descrédito de la política oportunista.

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